El concepto de la economía del lenguaje, atribuido al lingüista francés André Martinet, se encuentra vinculado a la teoría de la ley del mínimo esfuerzo. Esta teoría postula que los seres humanos tienden a buscar la manera más eficiente de llevar a cabo una tarea, minimizando el esfuerzo necesario. En este contexto, se sugiere que, de manera innata, los individuos tienden a comunicarse utilizando frases breves o abreviando términos.
A pesar de la percepción de que el uso de menos términos para comunicarse puede ser interpretado como pereza, la economía del lenguaje plantea un principio de mayor relevancia. Se enfoca en la evitación de palabras redundantes que no aportan valor al mensaje, abogando por la sustitución de términos complejos por otros más simples y precisos. El objetivo es lograr que el mensaje sea más accesible y comprensible.
Por consiguiente, este enfoque implica la búsqueda de una comunicación concreta y efectiva, cualidades altamente valoradas en una sociedad caracterizada por la inmediatez y la fugacidad. El dominio de la economía del lenguaje conlleva beneficios significativos en el ámbito académico, sobre todo en lo referente a la redacción de la tesis. Para entender mejor esto, presentamos una serie de ejemplos que serán de utilidad para pensar en mejores formas de escribir alguna sección enredada o confusa que tenga en su documento.
Ejemplo 1:
Antes: "Existen diversas formas de abordar el problema, teniendo en cuenta que es fundamental considerar múltiples perspectivas para comprender cabalmente la naturaleza del mismo."
Después: "Para comprender el problema, es esencial considerar varias perspectivas."
En el primer texto, se usan frases largas y términos redundantes ("diversas formas", "teniendo en cuenta", "fundamental", "múltiples perspectivas", "comprender cabalmente", "naturaleza del mismo"). La economía del lenguaje se aplica en el segundo, donde se elimina la redundancia, se condensan las ideas y se escoge el vocabulario preciso, resultando en un enunciado claro y directo. Este cambio muestra cómo reducir palabras sin perder el significado, enfocándose en lo esencial.
Ejemplo 2:
Antes: "El proceso de evaluación de los resultados obtenidos a partir del estudio se llevará a cabo mediante un análisis detallado y exhaustivo de los datos recopilados durante la investigación."
Después: "Se evaluarán los resultados del estudio analizando detenidamente los datos recopilados."
En la versión original, la frase es larga y algo redundante, con elementos que pueden simplificarse. En la revisión, se usa una estructura más activa y se eliminan detalles implícitos, como "a partir del estudio" y "durante la investigación", que son evidentes en el contexto. Esto refleja cómo la claridad y concisión se logran al eliminar información redundante y optar por una voz más activa.
Ejemplo 3:
Antes: "En el contexto de la implementación de las nuevas políticas, se hará un esfuerzo concertado por parte de todos los implicados para garantizar que los objetivos previstos se cumplan de manera efectiva y eficiente."
Después: "Para implementar las nuevas políticas, todos los implicados trabajarán unidos para alcanzar los objetivos de forma efectiva."
La primera oración es engorrosa, con una construcción pasiva ("se hará un esfuerzo concertado") y términos redundantes ("garantizar", "de manera efectiva y eficiente"). El texto revisado es más directo y activo, centrándose en la acción principal ("trabajarán unidos") y eliminando la redundancia. Esto demuestra la importancia de usar una voz activa para una comunicación más directa y enfocada.
Ejemplo 4:
Antes: "De acuerdo con las observaciones realizadas, se ha podido constatar que existe una correlación significativa entre el nivel de educación y el éxito en el mercado laboral."
Después: "Las observaciones muestran una correlación significativa entre el nivel de educación y el éxito laboral."
En la versión original, la frase es indirecta y redundante, con expresiones como "de acuerdo con" y "se ha podido constatar que". En la versión revisada, se opta por una construcción más directa y económica. La eliminación de verbos pasivos y frases de relleno mejora la claridad y directividad del enunciado. La economía del lenguaje aquí se manifiesta al convertir un enunciado prolijo en uno conciso y al grano.
Ejemplo 5:
Antes: "Es importante destacar que la compañía ha logrado incrementar sus ingresos de forma considerable gracias a la implementación de nuevas estrategias de marketing."
Después: "La compañía incrementó considerablemente sus ingresos con nuevas estrategias de marketing."
La frase inicial contiene elementos innecesarios que diluyen el mensaje principal ("Es importante destacar que"). Al reformular, se pasa directamente a la acción relevante, "incrementó considerablemente sus ingresos", eliminando el exceso y la voz pasiva. La oración resultante es más directa y enérgica, mostrando cómo la concisión refuerza la afirmación.
Ejemplo 6:
Antes: "Hay una tendencia observable en la industria donde las empresas están comenzando a dar más importancia a la sostenibilidad en sus operaciones."
Después: "Las empresas en la industria están priorizando cada vez más la sostenibilidad en sus operaciones."
En la primera oración, hay verbos y frases que no añaden valor significativo ("Hay una tendencia observable", "están comenzando a"). Al reformular, se utiliza una expresión más activa y directa, centrándose en lo que realmente importa: el cambio en la prioridad de las empresas. La claridad y la fuerza del enunciado se mejoran al concentrarse en la acción y evitar detalles obvios o redundantes.
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