Según los reportes de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) se titulan en promedio la mitad de los alumno que ingresaron el mismo año a una escuela pública y el 65% para escuelas privadas.
Ha de tomarse en cuenta que a pesar de contar con nuevas formas de titulación (como el examen de conocimientos o la extensión de créditos), el problema de un bajo índice de obtención de un título permanece.
Desenmarañar las razones de este fenómeno puede resultar bastante laborioso porque han de considerase variables que involucran el sistema administrativo de cada universidad pero también la actitud estudiantil. A esto último me refiero con la tendencia añeja de ejercer como pasante y buscar el título “después, cuando halla tiempo”.
Ciertamente las condiciones laborales serían las principales culpables para justifica el hecho de que los alumnos decidan entrar al campo laboral antes de dejar sus asuntos en orden en el plano académico. Sin embargo, no debemos olvidar el factor de la percepción: ¿Cómo es para el alumno el proceso de titularse? ¿Acaso le intimida?
A partir de esto la reflexión gira en torno a lo que la comunidad académica hace para contribuir con el bienestar de estos egresados. En qué medida se les ayuda a tomar una actitud más optimista frente a un trabajo académico final por medio del cual obtendrán el título.
Si hablamos de la modalidad de titulación por medio de Tesis, el panorama se vuelve todavía más sombrío. Coincido con que muchos responsables de centros de investigación hacen esfuerzos grandes por auxiliar al estudiante interesado en participar en su proyecto. Esto sin duda es una relación benéfica donde ambas partes ganan. Pero también es cierto que los personajes del área industrial y del resto de la sociedad civil pueden ayudar de varias formas.
Sirvan estas palabras para sembrar la semilla de la concientización en aquellos que tenemos herramientas para aportar al sano desarrollo de nuestros conciudadanos en materia académica.